Un sentido de belleza

por | 12 Dic 2016 | Proceso creativo

La vida nos habla a través de los acontecimientos cotidianos – las coincidencias,  los imprevistos, los accidentes, las situaciones que se repiten.
Paul Auster dice que es “la poesía de la vida”, Kundera habla de un sentido de belleza, de la vida compuesta como una partitura musical. Paulo Coelho, en su obra “El Alquimista”, llama la atención hacia las Señales.

Pero podremos, inmersos como estamos en nuestros quehaceres, prestar atención a algo que no sean las cosas inmediatas y concretas?
Con qué frecuencia nos dejamos sorprender por la poesía de la vida, por esos acontecimientos que, de manera improbable, riman entre sí?
Podemos recibir esos «oráculos cotidianos«? Podemos parar y cuestionarnos? Con qué actitud respondemos a las llamadas de atención que la vida utiliza para comunicarse con nosotros?

Parar para escuchar la vida, para cuestionar, para soltar, para decidir, para crear, puede llevar a profundos cambios en las estructuras de lo que he construido hasta ahora. Y un cambio, aunque sea deseado, implica entrar en un proceso que puede presentar muchos desafíos.

Pero los cambios son inevitables y mejor zambullirme en el proceso que abren. Y aprovechar la oportunidad para retomar un sentido de conexión conmigo mismo.
Un proceso de transformación personal, un proceso de cambio – independientemente de sus dimensiones – implica una des-construcción y una re construcción. Los dos son actos creativos pero hay que comprometerse con ellos, tal como un artista se compromete con su obra. Y aquí hay que guardar silencio, callar el ruido externo. Salir del movimiento incesante del mundo exterior y reencontrarme conmigo, a solas.

Es en ese lugar interno, de escucha y conexión, que surgen las preguntas y los deseos. Es allí donde nace el impulso para des-construir lo que ya no me sirve. Y es allí donde puedo percibir con claridad las formas y contornos de aquello que es mi Deseo.

 

“Nuestra vida cotidiana es bombardeada por casualidades, más exactamente por encuentros casuales de personas y acontecimientos a los que se llama coincidencias. (…)
Porque es precisamente así como se componen las vidas humanas. Se componen como una pieza de música. El hombre, llevado por su sentido de la belleza, convierte un acontecimiento casual (…) en un motivo que pasa ya a formar parte de la composición de su vida. Regresa a él, lo repite, lo varía, lo desarrolla como el compositor el tema de su sonata. (…)
Sin saberlo, el hombre compone su vida de acuerdo con las leyes de la belleza aun en los momentos de más profunda desesperación. Por eso no es posible echarle en cara a la novela que esté fascinada por los secretos encuentros de las casualidades (…), pero es posible echarle en cara al hombre el estar ciego en su vida cotidiana con respecto a tales casualidades y dejar así que su vida pierda la dimensión de la belleza.” Milan Kundera